domingo, 13 de mayo de 2012

SEMBLANZA


Antonio Zepeda, un orgullo de los mexicanos
En las culturas precolombinas la música tuvo una dimensión sagrada, los instrumentos mismos estaban pensados para comunicar lo mortal con lo eterno: el caracol, la flauta, el huehuetl y el teponaztli, eran voces cuyo origen se atribuía a los dioses. Los instrumentos habían llegado del mundo de las deidades para alegrar el mundo de lo perecedero.(...) La observación religiosa de la naturaleza fue la clave de un pensamiento místico-científico que creía que los elementos naturales existían para ser entendidos, comandados y obedecidos. El horizonte estaba poblado de divinidades y la naturaleza tenía un lenguaje cuyos signos eran interpretados para comunicarse con ella. Había una lección implícita en los movimientos y actitudes de los animales, el color, la forma de las plantas poseía un mensaje, eran inteligibles el canto de las aves y la forma de las nubes.(...) El paisaje hablaba mediante los instrumentos.(...) el músico se fusionaba con el ambiente para permitirle a la naturaleza expresarse a través de él,(...) era educado para ser mensajero y receptáculo de la expresión divina. (...) Se concibieron instrumentos que tenían como propósito afectar el cuerpo y al ambiente, sus voces armonizaban el alumbramiento, limpiaban el cerebro de ruidos y perturbaciones, propiciaban la comunicación con los vivos y los muertos... pero también, podía usarse la música para forzar nefastamente el destino provocando confusión y debilidad en el ser interno de la gente.

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